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Consejos sobre relaciones
De relaciones dependientes a una relación sana

Escrito por María Esclapez


No es fácil construir una relación sana, y más cuando se llevan a la espalda años y años de creencias y mitos sobre lo que ha de ser el amor y las relaciones de pareja.

La media naranja, el príncipe azul... ¿quién no ha oído alguna vez hablar de estos mitos? A día de hoy los aborrezco. Pero hubo un día en que me los creí, y me los creí firmemente porque nadie vino a explicarme lo contrario. Nadie me contó que no había ningún príncipe azul esperando ahí fuera para encontrarme y rescatarme de todas mis movidas. Nadie me dijo que la vida no es una peli en la que chica conoce a chico, comparten las palabras exactas y mágicamente, tras una serie de desventuras, descubre que es el amor de su vida y que además este sentimiento es correspondido. Nadie cuestionó o deconstruyó nunca la idea del amor romántico. Al contrario, impregnaba todas las películas, series y libros. Era el ejemplo de relación perfecta e ideal. Y tan ideal; pobre de aquel o aquella que quisiera hacer realdad lo ideal, la dependencia emocional terminaría llamando a su puerta. Como me pasó a mí.

La perfección no existe y si la buscas, “mueres”

Bajo el influjo de todas las mentiras con las que crecí, me adentré en el mundo de las relaciones de pareja. Quería ser alguien perfecto que quiere encontrar a la persona perfecta y que todo saliera perfecto. ¿Expectativas altas? Para nada, era lo que veía alrededor, lo normal. ¿Presión? Un poco, he de confesar. Cada cita era como “LA CITA”. Ya me entendéis. Sentía que no había espacio para el “fracaso” (lo pongo entre comillas porque a día de hoy entiendo que eso en las relaciones no existe), que tenía que encontrar a esa persona única y maravillosa, a ese príncipe azul inexistente que adivinara mis pensamientos e hiciera en cada momento lo que yo esperaba que hiciera. Claro, así todo salía siempre mal.

Pero fijaos, con el paso del tiempo e intentando extraer cierto aprendizaje, creo que tampoco me ha venido mal todo este trayecto experiencial con las relaciones de pareja. Y es que creo firmemente que todas y cada una de las relaciones que tuve, con sus más y sus menos, me permitieron ser consciente de mi forma de relacionarme con los demás; de conocer mis errores, mis miedos, mis defectos, mis ventajas, mis virtudes y lo más importante: lo que quiero y lo que no quiero en una relación. Y creo que esto merece ser contado. Por eso mismo he hecho lista mental de todas las relaciones de las que he aprendido algo y he decidido plasmarlo para que, si alguien que me esté leyendo en este momento siente que tiene mala suerte en el amor, vea que, a largo plazo, la mala suerte se puede convertir en aprendizaje.

Cosas que he aprendido de los “amores de mi vida”

  1. Recuerdo a aquella persona con quien aprendí que donde hay sufrimiento, no hay amor.
  2. Recuerdo a ese “amor de mi vida” de quien aprendí lo que significaba tratar y que me trataran con respeto.
  3. Recuerdo a quien me permitió entender que primero tengo que pensar en mí misma.
  4. Recuerdo a quien me ayudó a comprobar lo importante que es saber lo que quiero en este momento y vivirlo, sin pensar en el mañana.
  5. Recuerdo a quien me hizo ver que mi pareja también tenía que ser mi mejor amigo.
  6. Recuerdo a la persona que me demostró que, en una relación, los bienes materiales no importan si no hay amor.
  7. Recuerdo a ese “amor de mi vida” con quien comprobé que me gusta tener aficiones en común con mi pareja.
  8. Recuerdo a la persona que me motivó a poner límites aquello que no me gustaba o me hacía daño.
  9. Recuerdo a quien me ayudó a demostrarme a mí misma que puedo con todo pero que no es necesario tirar del carro cuando el carro no quiere ser tirado.
  10. Recuerdo a esa persona de quien entendí que no todo depende de mí.
  11. Recuerdo con quien comprobé que las relaciones han de ser recíprocas.
  12. Recuerdo a la persona que me enseñó que intentarlo incansablemente nunca es suficiente si la otra parte no demuestra ganas ni compromiso.
  13. Recuerdo al “amor de mi vida” del que aprendí que sentirse como una montaña rusa emocional en una relación no es sano.
  14. Recuerdo a quien me hizo ver lo que no merece llamarse relación de pareja.
  15. Recuerdo a quien me demostró que si te quiere te busca.
  16. Recuerdo a la persona que me permitió conocer que por mucha “arena” que me den, si hay una de “cal”, no compensa.
  17. Recuerdo al “amor de mi vida” que me dio la oportunidad de entender que en los malos momentos necesito que mi pareja me acompañe.
  18. Recuerdo con quien viví lo que supone sentirse una persona anulada y con baja autoestima.
  19. Recuerdo con quien aprendí que odio las mentiras porque me hizo vivir en primera persona cómo se siente cuando alguien te miente una y otra vez.
  20. Recuerdo a la persona que me hizo ver que necesito a alguien a mi lado que adore viajar, conocer culturas y tenga ganas incansables por aprender absolutamente cualquier cosa.
  21. Recuerdo de quien aprendí aquello de que no tengo que ser la “madre” de mi pareja y que sus responsabilidades no son las mías.
  22. Recuerdo con quien tuve mi primer orgasmo (de verdad y no fingido).
  23. Recuerdo de quien entendí que sentirme libre con mi sexualidad es mucho más que tener orgasmos.
  24. Recuerdo a la persona que me dio la razón en cuanto a que cuando hay ganas e interés, no existen los “hoy no puedo” indefinidos.
  25. Recuerdo con quien comprobé que las conversaciones serias nunca han de mantenerse a través de mensajería instantánea.
  26. Recuerdo al “amor de mi vida” que me permitió conocer que el respeto por mí misma no me lo iban a dar los demás si antes no lo tenía yo.
  27. Recuerdo con quien aprendí a estar sola porque no me quedaba más remedio (y menos mal que tuve esa oportunidad, porque gracias a eso me di cuenta de que no necesitaba a nadie más)
  28. Recuerdo con quien comprendí que es mejor que una pareja acompañe y comparta mi felicidad a que se sienta en la obligación de dármela, porque mis emociones son mi responsabilidad y es mejor no ponerlas en manos de nadie.
  29. Recuerdo a la persona que me permitió entender qué era aquello de dejarse llevar y ser yo misma en todo momento.

Por todo esto creo que, a pesar de las decepciones, fue una gran oportunidad conocer a tanta gente puesto que, en cualquier caso, siempre pude aprender algo de aquellas personas, de mi manera de relacionarme con ellas y hasta algo de mí. Incluso aunque ese “algo” no pudiera verlo en ese mismo instante en que ocurría, porque resulta que he podido verlo con años y la perspectiva.

Como decía antes, a día de hoy, tras 6 años con Alberto (mi actual pareja, para quien no lo sepa) y mucho trabajo personal, creo que he sabido ver el lado bueno de mis vivencias, el que me ha permitido crecer como persona y saber lo que quería en una relación y lo que no. Me atrevería a decir que, de no haber vivido todo lo anterior, ni siquiera me hubiera llamado la atención la mera posibilidad de tener lo que tengo ahora. Quienes estáis peleando por salir de una relación dependiente me entenderéis.

Gracias a todo eso, he podido conocer el amor sano, el de verdad, el que nunca cambiaría por nada de lo anterior pero para el que, paradojas de la vida, lo anterior era necesario para llegar a donde estoy.

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