Escrito por Rosie Wilby
Mi ruptura más dolorosa se produjo nada más empezar 2011. Justo en cuanto se esfumó el humo de los fuegos artificiales de Año Nuevo, mi novia de hacía cinco años me dejó por correo electrónico. Se me hizo tan frío por su parte cortar la conexión sin un cara a cara. “¿Qué acaba de pasar?” Me pregunté mientras cuidaba de mi ego magullado y nuestras canciones favoritas sonaban en mis oídos en un remix distorsionado y aullante. Era una mezcla tambaleante de inseguridad y ansiedad, plagada de muchas preguntas dolorosas. ¿Había sido toda nuestra relación una mentira? ¿En algún momento me quiso de verdad? ¿Ha conocido a otra persona?
Bromeé en aquel momento diciendo que me sentí mucho mejor después de corregir su ortografía y puntuación. ¡Ja! Pero en realidad, me pasé los siguientes cinco años tratando de resolver de forma obsesiva el misterio de lo ocurrido. Sí, cierto. Recuperarme de nuevo me llevó el mismo tiempo que duró nuestra relación al completo . Está muy lejos del aparente ritmo de recuperación de un grupo de universitarios de los Estados Unidos que participaron en un estudio del 2007 publicado en el Journal of Positive Psychology. Un número significante de ellos informó de un aumento de emociones positivas, incluyendo empoderamiento, confianza y felicidad apenas once semanas después de la ruptura.
Por lo que, si bien puede ser reconfortante creer que hay una fórmula o patrón para superar el haber roto, creo que crear “normas” sobre algo tan personal como superar una ruptura puede ser engañoso o incluso tóxico. No hay nada peor que sentir que has fracasado en tu relación y después, encima, pensar que has fracasado de alguna manera en recuperarte en un periodo de tiempo “normal”. Todos seguimos nuestro propio camino y, a veces, hay mucho que poner en su sitio de nuevo. El tiempo ayuda, pero a veces también retrocedemos.
En 1969, la psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross se hizo famosa por su teoría de las cinco fases del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Aunque se refería a las emociones experimentadas por pacientes con enfermedades terminales, el modelo se vio como un patrón para todas las formas de pérdida personal. Sin embargo, más adelante, Kübler-Ross expresó que se había arrepentido de documentar las fases en lo que se interpretó como un patrón lineal y predecible. El sufrimiento es un caos particular que puede desencadenar otros recuerdos traumáticos. Debido a esto, nuestras respuestas pueden parecer a veces desproporcionadas por la duración o importancia aparente de la relación.
Otra de mis más dolorosas experiencias de rechazo vino después de una fugaz aventura casual. Solo había tenido un par de citas con esta mujer, pero todavía estaba pensando en lo que había perdido años antes. Mi amiga Sara me habló sobre una experiencia similar. Ella había tenido una cita espectacular con un chico culminada por un increíble beso contra la pared, un frenético coqueteo por mensajes y un sentimiento de que era “él”. Pero tuvieron una segunda cita… y la atmósfera cambió de repente. Cuando las posibilidades de citas tentadoras y prometedoras se acortan de esta manera, nos dejan soñando despiertos con nostalgia sobre un posible futuro que nunca podrá ser. Es como si nos paralizásemos en un limbo romántico donde nunca llegamos a vivir la monótona realidad de una relación real con esa persona. Todas sus costumbres molestas nunca llegan a saberse. Así que permanecen perfectas. Todas nuestras esperanzas quedan ligadas a ellas. ¿Cómo puede compararse alguien con eso?
Según las “normas” de las rupturas, seguramente deberíamos pasar página rápido de una relación con una persona con la que hemos pasado muy poco tiempo. Pero no es tan simple. La psicóloga y podcaster Kimberly Wilson dice que a nuestros cerebros no les interesan las normas y solo responderán a lo que es más relevante para ti: “Realmente se trata de la calidad de esa interacción y del nivel emocional invertido. ¿Qué pasa con esa persona? ¿Qué despertó en ti? ¿A quién te recordó?
Entonces, independientemente de si nuestra relación fue corta o larga, ¿qué pasos positivos podemos intentar poner en práctica para cuidarnos más y tener la mejor oportunidad de recuperarnos cuando termine? Las respuestas fisiológicas a las hormonas del estrés liberadas durante períodos de angustia emocional incluyen letargo, pérdida de apetito y sueño interrumpido. Pero, aunque sea duro, es una buena idea adoptar algún tipo de rutina y planear actividades que produzcan algunas de las sustancias químicas que aportan felicidad que alguna vez se activaron al ver a nuestra pareja. El ejercicio, bailar, cantar y reírnos con los amigos pueden ayudar. Y si tienes mascotas, acariciarlas y darles mimos liberará “la hormona del amor”, la oxitocina, que se asocia con sentimientos positivos. Para mí, canalizar mi tristeza y confusión en algo creativo fue el modo definitivo de navegar a través del peligroso terreno de la angustia. Escribir y hablar sobre lo que he vivido, compartir esa historia con otras personas y hacer que la escuchen y comprendan me aporta los elementos necesarios para recuperar la confianza y volver a conocer gente.
Cuando sientas que puedes volver a salir al mundo, es importante no apresurarte y recordar que tienes opciones. No tienes que meterte de cabeza en la primera oportunidad de tener una relación que se te presente. No tener pareja es una opción válida. La soltería está mucho menos estigmatizada de lo que estaba hace unas décadas. La escritora y podcaster Francesca Specter ha acuñado recientemente la palabra “alonement” para reclamar el tiempo a solas como algo alegre, a millones de kilómetros de distancia de la soledad. El tiempo que pasamos en soltería representa los momentos en los que realmente podemos llegar a conocernos. Y ese es un conocimiento bastante útil para empezar una nueva relación cuando sea el momento adecuado.
Durante el confinamiento, todas nuestras relaciones han sufrido más presión que nunca. La tasa de rupturas se ha disparado. Pero, con el tiempo, esa ruptura puede aportarte una oportunidad de crecer. Aunque me llevó años recuperar mi equilibrio después de aquel angustioso Año Nuevo, acabé conociendo a una buena persona, divertida y preciosa con la que acepté casarme. ¡Es algo que nunca pensé que me oiría decir! Pero quizás aún más importante… ahora sé que, incluso si no funcionara, podría sobrevivir a ello. He encontrado mis propias “normas” para hacerlo.
Rosie Wilby es la presentadora del podcast The Breakup Monologues y autora del libro Is Monogamy Dead?