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La verdad sobre… las citas sin alcohol

Por Millie Gooch

Hay algunas cosas que nunca imaginé que haría sin una copa de vino en la mano, y tener una cita era, sin lugar a dudas, una de ellas. Hasta hace tres años, momento en el que decidí (en parte por culpa de las resacas de dos días y el rápido deterioro de mi salud mental) que iba a dejar de beber. De repente me encontré soltera, mirando apps de dating y sobria.

La buena noticia es que mientras imaginaba mis citas sin alcohol como una serie de rechazos corteses y encuentros incómodos, fue de hecho, totalmente lo contrario. Ha sido un periodo de mi vida agradable y sin remordimientos que, además, me ha llevado a encontrar un escorpio con hoyuelos encantadores, sentido del humor y amor por la limpieza. Sí, gané el bote.

Si aún así ves que la idea de tener citas sin alcohol de por medio no te convence como método para encontrar alguien que te acompañe en la vida, permíteme (teniendo en cuenta que también tengo experiencia en citas “alegres”) desarrollar las diferencias clave.

Bueno… ¿y cómo es tener una cita sin alcohol?

Primero, desde un punto de vista científico, el alcohol afecta a la corteza prefrontal. Es la parte de tu cerebro que ayuda a centrar la atención, predice las consecuencias de tus actos, gestiona las reacciones emocionales y hace planes para el futuro. En resumen, significa que si bebes demasiado en una cita podrías estar ignorando cosas importantes y, dependiendo de la cantidad de copas que te hayas metido entre pecho y espalda, podrías incluso no estar escuchando para nada lo que te están contando.

Cuando todavía bebía, salía de la mayoría de mis citas anunciando con toda mi ilusión a mis amigos vía Whatsapp que sí, que había encontrado a mi alma gemela. Solo durante la siguiente cita, cuando soltaban afirmaciones descabelladas como que el feminismo les resultaba ridículo y para nada necesario en el siglo XXI, me di cuenta de que había fracasado al no detectar un factor decisivo tan obvio.

El alcohol tiene la habilidad de crear una chispa donde, de otra manera, no la habría. Ya sea por sentirse con menos inhibiciones o por tener la visión emborronada por el alcohol, sentía menos atracción por alguien cuando quedaba por segunda vez. La imagen que había creado de nuestro anterior encuentro era una mezcla entre Ryan Gosling e Idris Elba, pura decepción en la segunda cita.

Quedar con alguien sin beber me ha dado una gran claridad y habilidad para ver cualquier “no” obvio. También me ayudó a ver si me sentía realmente atraída o si eran todo por las dos copas de vino que me había bebido justo antes. Sin el alcohol, podía crear el espacio para que la conexión fuese creciendo poco a poco en vez de forzar una a base de tequila y preguntar directamente a mi cita si le gustaba.

Cuando le contaba a la gente que no bebía, el 95 % reaccionaba de forma positiva. “Eres tan aburrida” (la reacción que imaginaba) era reemplazada por “Vaya, resulta muy atractivo que tengas la confianza suficiente para ir completamente sobria a una cita”. Era un cambio agradable porque siempre había asumido que mi única manera de desbloquear un gran atractivo era a través de una botella, un bronceado falso y un sujetador push-up.

Lo más importante que aprendí de no beber para una cita es que el alcohol da una confianza artificial. Te aporta un aumento de confianza instantáneo y te calmará los nervios antes de una cita, pero cuando se va el efecto, se va la confianza, y cuando se va, la quieres de nuevo.

Poco a poco, pero de forma evidente, muchos de nosotros hemos llegado a dejar en manos del alcohol nuestra confianza, especialmente hablando de las citas, pero ¿y si la construimos de forma innata? ¿Y si cada vez que pasamos por una situación incómoda o que nos da miedo, como salir con alguien sin alcohol de por medio, generamos un tipo diferente de confianza, uno que está dentro de nosotros? Uno que no se disipa a la mañana siguiente, que permanece y sobre el cual podemos construir. Un banco de confianza propia, para que cada vez que quedemos, tengamos a nuestra disposición una biblioteca de experiencias positivas para archivar en una estantería mental etiquetada como “Cosas por las que pasé sin vino o sin lágrimas”.

¿Cómo me deshago de la bebida en una cita?

No hay un secreto mágico para ganar confianza sin alcohol durante una cita. Solo se trata de hacerlo una y otra vez hasta que dé menos miedo, hasta que te sientas en tu salsa, hasta sea lo normal. Antes de ese punto, hay algunas cosas que puedes hacer para sentirte a gusto.

Primero, valora la idea de quedar de día, normalmente no se suele beber tanto como por la noche. Ir de paseo o a tomar un café son buenas maneras de hacerte una idea de quién es tu cita, sin la iluminación tenue y la música romántica de fondo.

Quedar para hacer alguna actividad también es buena idea: cosas como el mini-golf, los bolos, los botes a pedales del parque… Básicamente cualquier cosa que implique que no te sientas frente a alguien pensando constantemente preguntas ocurrentes, cual presentador de un talk show.

Por último, la localización lo es todo. Si vas a un bar, sugiere uno con una buena selección de bebidas sin alcohol para que no tengas que recurrir al eterno refresco de siempre. Elige un lugar en el que puedas escuchar sin esfuerzo, y preferiblemente no demasiado lejos de casa por si quieres irte.

La clave de las citas sin alcohol (y de todas las citas, a decir verdad) es prepararte bien mentalmente antes. Nadie quiere agarrar la copa de vino con más ganas que la chica que no escogió su look hasta el último momento y no puede encontrar nada que no esté manchado de maquillaje. Planea lo que te vas a poner con tiempo, quítate los nervios con ejercicio, medita, date un tiempo extra para maquillarte, ponte una playlist picarona… cualquier cosa que te ayude a ir con la confianza suficiente como para no tener que ganarla a base de vodka.

Mi último consejo es que les cuentes a tus citas potenciales que si no bebes, no es por su bien, sino por el tuyo. Como he dicho, el 95 % de la gente reaccionó positivamente a mi estilo de vida, pero mentiría si dijese que el otro 5 % se limitó a callar. Algunos no fueron nada halagadores, un par me llamaron aburrida y uno incluso me preguntó cómo se suponía que iba a meterme mano si yo no bebía. Así que, HAZME CASO cuando digo que decirlo con anterioridad es mejor, más que nada para ahorrarte el perder tiempo en una cita con alguien que asume de forma errónea que una mujer tiene que estar borracha para tener sexo.

Las citas sin alcohol no son para todo el mundo, pero si te has cansado de la resaca dell día siguiente, quieres un cambio o simplemente te apetece salir de tu zona de confort, te animo a que lo pruebes. A lo mejor te sorprende.

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