El vello corporal es una cuestión tanto personal como política, y siempre ha sido así. Desde cortarlo con piedras afiladas allá por el año 30.000 a. C., arrancarlo con cera aplicada suavemente en un salón o mostrarlo con orgullo en las redes sociales; la forma en la que el ser humano piensa sobre el vello corporal cambia constantemente. Los estándares sociales, el porno y el marketing tienen parte de culpa en cómo percibimos nuestro propio vello y en lo que decidimos hacer con él (si es que hacemos algo). Estos constantes giros narrativos pueden tener un gran impacto en nuestra autoestima, confianza y sensualidad, pero… ¿deberían?

¿En qué momento empezamos a obsesionarnos con el vello corporal?

El vello corporal, especialmente el femenino, ha sido controlado desde el albor de los tiempos. Ya en 3000 a. C. las mujeres usaban cuchillas de cobre en Egipto y en la India para quitarse su vello, tanto de la cabeza como de la zona púbica, y prevenir así los piojos y las ladillas. Lo que empezó como una práctica de higiene se convirtió en una señal de alta sociedad: básicamente, si tenías mucho vello, eras inferior (me duele decirlo).

En Europa, durante el Renacimiento, las mujeres eran representadas como criaturas divinas con ni un solo pelo en el pubis, axilas o piernas. ¿Y qué decir de esos pelos que aparecen por el abdomen y alrededor de los pezones? Pues no se ven por ningún lado.

En la década de 1970 empezamos a ver un cambio: las mujeres empezaron a dejar su vello crecer libre durante el periodo en el que la ideología hippy conoció al feminismo. En la de 1990, la cera brasileña se extendió sin piedad por el mundo y se empezaron a pagar unas buenas cantidades de dinero para dejarse el pubis bien calvito otra vez.

Donde hay pelo hay alegría... ¿o todo lo contrario?

¿Y ahora? Cada uno escoge diferentes opciones sobre su vello corporal: algunos prefieren dejarlo al natural, otros no se sienten a gusto hasta que todos y cada uno de sus pelitos son arrancados con las pinzas, fritos por el láser, o depilados con cera; y otros, varían de un lado al otro según como quieran en ese momento. Todas estas opciones son perfectamente válidas, lo que no es válido es sentir que nuestra sexualidad y nivel de atractivo dependen de nuestra apariencia, en vez de en quiénes somos y cómo nos sentimos. Etiquetar a nuestras partes del cuerpo (y al vello que crece en ellas) como algo de moda o no de moda es problemático y sugiere que no somos lo suficientemente buenos a menos que caigamos en la primera categoría. Eso es simplemente falso.

En los últimos años, la mayoría de nosotros nos hemos sumado a la idea de que nuestro cuerpo es solo nuestro y hacemos con él exactamente lo que queramos, pero otros no piensan así. En el 2017, la modelo sueca, fotógrafa y artista Arvida Byström, fue troleada cuando apareció en una campaña de Adidas con las piernas sin depilar. Respondió a los comentarios desde su propia cuenta de Instagram diciendo:

“Mi foto en la campaña @adidasoriginals Superstar recibió la semana pasada muchos comentarios desagradables. Siendo yo una persona sin discapacidad, blanca, cis y con un único rasgo no conforme como es un poco de vello en las piernas. Ni siquiera puedo imaginar cómo sería existir en el mundo sin poseer los privilegios que tengo. Os mando amor y tratar de recordar que no todos tenemos las mismas experiencias sobre lo que significa ser persona.”

Para las mujeres y hombres trans, el problema del vello corporal puede ser incluso más complejo. Como escribió Juno Roche en su artículo para Refinery29: “La depilación para las mujeres trans no solo es por vanidad o sentirse estigmatizadas por el género, es una cuestión de seguridad personal.” Mientras que no todas las mujeres trans deciden depilar su vello corporal, Juno arroja luz sobre un punto importante: ¿por qué se ve el vello corporal como algo masculino?

Alok Vaid-Menon, un escritor de género no conforme, artista y conferenciante, lanzó el hashtag #NothingWrongHair para desafiar esta noción y homenajear a las personas de todos los géneros con vello corporal. El hashtag cogió impulso y fue usado por gente de todos los géneros y por gente de género no conforme, demostrando que el vello corporal es algo que todos los humanos tienen. No es algo antiestético o algo de lo que avergonzarse, pero si queremos depilarlo es nuestra elección.

Entonces… ¿deberías depilarte antes del sexo?

Para algunas personas, dejar crecer su vello es una muestra de liberación o un corte de mangas dirigido a los estándares del patriarcado. Para otras, es simplemente una cuestión de comodidad, más barato y les da a su piel una capa extra de protección. Muchas personas escogen depilar su vello corporal, ya que les gusta más cómo están sin él o cómo se sienten contra el roce de la ropa. ¡Y es perfecto también!

Cuando quedas con alguien nuevo, la perspectiva de desnudarte delante de esa persona puede provocar un poco de ansiedad por toda clase de motivos. Incluso si eres alguien que se siente muy a gusto con tu vello corporal o con la falta de él, puede todavía ponerte de los nervios sacarte la ropa y prepararte para la reacción de tu pareja. Cuando te planteas la cuestión de qué deberías hacer con tu vello corporal antes de tener sexo, la respuesta siempre debería ser: ¡lo que te dé la gana! Aunque tu pareja pueda tener una preferencia diferente a la tuya en cuanto al tema capilar, alguien que merece estar en tu cama no debería hacerte sentir la necesidad de cambiar tu apariencia. Y, seamos honestos, probablemente tengas cosas más importantes que hacer que estarte mirando todo el rato si hay un pelo de más o de menos. ¿Por qué perderte la oportunidad de tener un sexo genial con alguien que te gusta solo por un poco de pelo?

La clave es recordar que estamos en 2021, lo que importa es cómo te sientes contigo mismo y con tus elecciones, y si las piernas y la zona púbica con pelo te hacen sentir sexy, entonces eso es todo lo que importa. Tanto si decides dejar tu vello salvaje y libre como si te lo sacas todo o varías de vez en cuando entre todas las opciones, eres la única persona que tiene algo que decir en lo que haces con tu pelo. ¡Haz lo que quieras!